La historia de un emprendedor de Perico. Es dueño de un drugstore y señaló que los mayores inconvenientes que tuvo que enfrentar fueron la burocracia y los impuestos para poder abrir el local. Inflación y remarcación de precios son las dos palabras (más bien situaciones inevitables) que cualquier trabajador comercial o cliente tiene que enfrentar día a día. Las mismas provocan incluso que muchos trabajadores del rubro se replanteen su continuidad o evalúen volcarse a otra rama de la actividad económica.
Calú, el clásico drugstore de Perico, no cerró por cuestiones económicas, al menos no directamente, sino porque el dueño del lugar donde funcionaba decidió no renovar el contrato de alquiler a su dueño.
Pero de todas formas fue muy afectado por la situación económica, la alta carga impositiva, la burocracia y muchas otras trabas que el Estado impone a cualquier persona que quiera tener su emprendimiento y ser su propio jefe, hasta hacerla desistir, fallar, quebrar, o cerrar.
Jesús Almazán, su dueñó, contó lo que ocurrió y l que sucederá en el futuro con el reconocido local:
Comerciante de Perico cuenta lo difícil que resulta emprender en tiempos de crisis
“El 1 de mayo fue el último día que abrió sus puertas; estábamos hace 11 años en ese lugar de encuentro, de paso de mucha gente. Fue muy triste cerrarlo porque se cumplió el contrato y ya no se renovó. En este caso no fue por la situación económica, pero la misma está afectando mucho (al rubro)”.
“Los alquileres en Perico son caros y es difícil encontrarlos, por eso los precios que tienen: entre $ 60.000 y $ 130.000 de acuerdo al lugar. No hay algo que rija el valor, el propietario pone el precio que le parezca y a veces son imposibles de pagar. Para alguien que recién comienza, empezar con un alquiler de $ 130.000 es imposible. Dedicarte a tu propio emprendimiento es imposible por la situación impositiva. En mi local pagaba $ 130.000 de luz y $ 130.000 de alquiler; calculemos lo que se tiene que vender para solventar esos costos”.
“A los gastos también se suma la burocracia para habilitar un local, rehabilitarlo, tenerlo al día, REBA… cada día es más difícil. Uno tiene que saber de todo, ser prácticamente un contador para saber dónde ganar, dónde perder, cuánto sumar. Cuando empecé había rubros que ganaban hasta el 35% de algunos productos y hoy en día nada supera el 25%. Bajamos el porcentaje de ganancias para poder mantener el precio. De un día para el otro los precios se duplican; cuando comencé los cambiábamos cada seis meses, ahora es cada 15 días. Algunos productos incluso llegaron a cambiar de precio dos veces en la semana”.
“Cuando arrancamos la burocracia era diferente, se sumaron impuestos y el sistema te obliga a que pagues con tarjeta de crédito o débito, que tienen un impuesto para el que paga, el que cobra y el que retira el dinero. Los comerciantes somos solidarios con el país en todo sentido: en todos los servicios tenemos tarifa comercial, en los impuestos también. El comerciante tiene que ser solidario con todo lo que emprende, no tenemos seguridad jurídica”.
“Hoy es muy difícil emprender; los comerciantes no necesitamos al Estado pero éste nos necesita, y cada vez más. Estamos desprotegidos: no tenemos gremio ni obra social si no la pagás, tenemos empleados que por el cierre hay que reacomodar. Pero estamos buscando un local. Es difícil conseguir un local grande que tenga las comodidades que teníamos”.
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