A los seis meses de vida, Emma fue diagnosticada con una miocardiopatía dilatada del ventrículo izquierdo severa, pesaba menos de cuatro kilos y “nadie quería recibir un caso tan difícil”, cuentan su mamá Natalia Jara y su papá Ariel Zippan. Sin embargo, la familia nunca bajó los brazos y, por gestiones del Instituto de Previsión Social (IPS) de Misiones, fue recibida en el Hospital Italiano de Buenos Aires. Su caso llegó rápidamente a la lista de emergencia nacional y, en octubre del año pasado, recibió un trasplante de corazón en una cirugía que duró seis horas.
Debido a su favorable evolución, la beba obtuvo el alta médica transitoria bajo estrictos cuidados para volver a casa y reencontrarse con sus hermanos Máximo, de 13 años, y Constanza, de 10. En tanto, desde el nosocomio ya le habían concedido un permiso para que pueda volver a su hogar a festejar su primer año de vida el 17 de marzo. Después del evento festivo regresó a Buenos Aires, donde hasta el sábado estuvo en internación domiciliaria, y ayer la familia llegó a la provincia.
“Son muchas las sensaciones de que esté en casa y fuera del Hospital. La miramos y lloramos porque no hay forma de describir la emoción que se siente tenerla en casa y jugando con sus hermanitos”, dijo su mamá, en diálogo con Acá te lo Contamos por Radioactiva 100.7. “Su evolución es muy favorable. Antes de darle el alta transitoria, porque tiene que volver en 45 días a control, le retiraron la cánula de traqueostomía y fue un alivio porque era estar todo el tiempo encima de ella aspirando las secreciones e invadiendo su cuerpo. Eso ahora le deja más tranquila, duerme mejor y es un cambio en su calidad de vida no tener todos esos cuidados ahora. Todos los exámenes dieron bien, los últimos laboratorios también”, comentó.
Emma Zippan tiene un año y un mes, y lleva seis meses trasplantada. “Su evolución es rapidísima, es una maquinita por las pilas que le pone desde el principio. Es impresionante, sentimos admiración por ella”, manifestó su papá. En relación a los cuidados, afirmó que “así como nos dijeron, seguimos al pie de la letra”. “Tuvimos que desmantelar y volver a armar la casa sin dejar rincones al azar en lo que es limpieza y desinfección. Esto tiene que ser diario porque ella tiene que tener cuidados estrictos, como nos dice su cardióloga la doctora Villa, hasta el año de trasplante. Después, acondicionar algunas partes de la casa para que estemos cómodos para preparar la medicación y que ella pueda tener su espacio para jugar. Tenemos limitadas algunas cosas, como entrar con zapatillas”, detalló.
Fue trasplantada de corazón el 28 de octubre y la cirugía demoró 6 horas. Foto: Damián Molina
En ese marco, Natalia destacó que la familia ayudó en todo momento para mantener la actividad escolar de los hermanos de Emma. “Fue muy difícil para los dos, sobre todo al principio, pero siempre tratamos de aferrarnos a la fe diciéndole que recen y le pidan a sus ángeles de la guarda fuerza. Al principio les intentábamos decir las cosas de una manera que no sea tan fuerte para ellos, sobre todo cuando Emma tenía paros cardíacos en terapia”, señaló.
Ahora, quedan los controles de cardiología y cardiocirugía, para los cuales la familia viajará nuevamente a Buenos Aires a mediados de junio. “Es control de rutina para los trasplantados con mediciones en sangre de los inmunosupresores que tiene que tomar porque el peligro del rechazo está en el primer año del trasplante”, explicó su papá, Ariel. A su vez, consideró que “después del control de cirugía, en el que tienen que revisar el orificio de la traqueostomía para ver si se cierra bien, creo que nos van a autorizar a ir cada dos meses”.
“Es un momento de felicidad y también de agradecer. Si están de acuerdo con la donación de órganos, difundan los casos porque ayuda. Hay que tomar consciencia que una persona que dona órganos puede salvar hasta diez vidas y que se puede donar en vida también. Donar salva vidas y acá tenemos el fiel ejemplo de que, tenemos un ser lleno de luz y mucha energía”, expresó la mamá de Emma.