martes 02 de mayo de 2023
El repliegue y la desaparición de insectos son parte de un proceso «mucho más vasto» presente en todo el planeta, advirtió el biólogo Dave Goulson y añadió que este fenómeno produce consecuencias en la alimentación humana y el equilibrio del ecosistema, se informó hoy.
En su libro «Planeta silencioso», el biólogo de la Universidad de Sussex (Reino Unido) describió el impacto ambiental en el mundo de los insectos y aportó diversas hipótesis sobre la extinción de ciertas especies y la reducción de las demás poblaciones.
Si este fenómeno además se combina con el cambio climático, Goulson estimó que las consecuencias para la alimentación humana y el equilibrio del ecosistema son «bastante preocupantes».
Entre las consecuencias, el autor ejemplificó los impactos de un planeta sin insectos, donde en la noche no sería posible oír grillos ni a los búhos que se alimentan de ellos; en tanto que los cultivos, los árboles frutales y las flores deben polinizarse a mano debido a la falta de abejas.
También las pasturas se asfixian bajo el estiércol acumulado debido a la desaparición de los escarabajos y las moscas que los descomponían.
En este escenario, solo es posible que se salven los mosquitos -favorecidos por el cambio climático- y por quienes la malaria se expandió a las zonas templadas; y también los pulgones, que devoran frutas y hortalizas sin temor a sus depredadores, mariquitas y tijeretas.
Goulson explicó que, si bien es posible percibir el decrecimiento de la cantidad de insectos, añadió que cuantificar su declive no es fácil, ya que nadie sabe cuántas especies existen, aunque se calcula que alrededor de cinco millones, indicó el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC) de España.
Por este motivo, el investigador se apoyó en los estudios parciales relativos a la ausencia de determinadas especies en ciertos lugares -los de la mariposa monarca figuran entre los más conocidos- para explicar que en Europa el 50% de los insectos fueron desapareciendo desde 1970.
También señaló que los pesticidas son el gran enemigo de la mayoría de los invertebrados, capaz de penetrar los espacios protegidos y diezmarlos.
Otro de los peligros que plantea es la expansión de la agroganadería y la urbanización de lugares silvestres, ya que cada metro cuadrado de humedal secado o de bosque talado conlleva la muerte o el acorralamiento de sus moradores.
Entre las prácticas de acción que el autor propuso para remediar la situación, se propone desde la mejora de la vida de los insectos con plantas del balcón hasta propuestas radicales de cambio en la gestión de los espacios naturales, junto con sugerencias de intervención parlamentaria y electoral.
El autor también remarcó acciones como reducir el consumo excesivo de alimentos y devolver al estado natural parte de los millones de hectáreas dedicadas a la agroganadería, además de suprimir pesticidas y fertilizantes industriales. (Télam)
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