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Por su natalicio y santificación, don Zatti tiene su mes

Octubre es un mes especial para recordar a Artémides Zatti, una figura fundamental en la historia de Viedma. Nacido el 12 de octubre de 1880 en Boretto, una pequeña localidad en la región italiana de Reggio Emilia, fue bautizado ese mismo día en la parroquia San Marcos.

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Su afincamiento y misión en la capital rionegrina le valió que su legado trascienda fronteras, convirtiéndose en un símbolo del servicio a los más necesitados, y este mes, además, se conmemora tal vez el hito más significativo de su legado. El 9 de octubre se cumplieron dos años de su canonización, un hecho que ha puesto a Viedma en los altares del mundo.

Así lo destacó el presidente del Concejo Deliberante de la ciudad, Pedro Bichara, quien afirmó: “Con Zatti, Viedma está definitivamente y para siempre en los altares de mil doscientos millones de católicos de todo el mundo, y ello nos llena de orgullo y agradecimiento”. Además, subrayó la relevancia espiritual de Zatti, señalando que “está en cada hermano y hermana que en su fe reza por el bienestar de todos”.

Zatti, conocido como el «Pariente de los Pobres», fue canonizado en 2022 en la plaza San Pedro del Vaticano por el papa Francisco, en reconocimiento a su vida dedicada al servicio de los más vulnerables. Previamente, había sido beatificado por el papa Juan Pablo II en abril de 2002, tras la confirmación de un milagro por los médicos de la Congregación para las Causas de los Santos.

El camino hacia la santidad de este enfermero salesiano comenzó en 1976, cuando la Conferencia Episcopal Argentina impulsó su causa. En 1980, fue declarado Siervo de Dios, y en 1997, Venerable.

A lo largo de su vida, Zatti dedicó 50 años al cuidado de los enfermos en Viedma, cumpliendo una promesa hecha tras curarse de tuberculosis, la enfermedad que lo conectó con otro santo patagónico, Ceferino Namuncurá. Dirigió el hospital salesiano San José en Viedma, que se encontraba en el sitio donde hoy se erige el obispado de la ciudad. Sus últimos años los dedicó al nuevo hospital que, con justicia, hoy lleva su nombre.  Falleció el 15 de marzo de 1951.

Hoy, su figura inspira tanto a los católicos de todo el mundo como a la comunidad local, que ve en su ejemplo un faro de esperanza y solidaridad.