Desde este miércoles y hasta el viernes se desarrollarán en la ciudad de Salta las XXI Jornadas Nacionales de Extensión Rural y XIII del Mercosur, organizadas por la Asociación Argentina de Extensión Rural (AADER), el INTA, la Facultad de Ciencias Naturales de la UNSa y el COPAIPA.
Desde este miércoles y hasta el viernes se desarrollarán en la ciudad de Salta las XXI Jornadas Nacionales de Extensión Rural y XIII del Mercosur, organizadas por la Asociación Argentina de Extensión Rural (AADER), el INTA, la Facultad de Ciencias Naturales de la UNSa y el COPAIPA.
Estas jornadas, declaradas de interés por el Senado de la Nación y las cámaras legislativas de la Provincia, se realizan cada dos años, con el objetivo de promover el intercambio de experiencias y la construcción de conocimientos entre actores públicos y privados; debatir lineamientos de políticas públicas que promuevan la igualdad de oportunidades, el desarrollo territorial y la extensión rural; identificar las tensiones en juego ante la diversidad cultural, social, económica y política, y analizar enfoques teóricos y estrategias de intervención en la extensión agropecuaria.
Para esta edición se definieron cinco ejes temáticos: Educación en la Extensión Rural; Políticas y Estrategias Públicas, Privadas y No Gubernamentales; Agroecología y Cambio Climático; Sujetos Sociales, Interculturalidad, Género y Generaciones, e Innovación.
Desde la Facultad de Ciencias Naturales de la UNSa se hizo notar que, históricamente, en las distintas instituciones sector público y privado vinculadas al desarrollo y la extensión rural se sucedieron continuos procesos de reestructuración y desestructuración.
En este marco, se coincide en que las organizaciones de desarrollo no existen en un vacío social, no son creadas para satisfacerse a sí mismas, ni deben hacer simplemente lo que desean, sino que debieran aportar al proceso de desarrollo que la sociedad financia y necesita para resolver sus problemáticas.
En este sentido, se considera fundamental reflexionar sobre el contexto y los modelos de desarrollo que constituyen el marco en el que se despliega la extensión rural. Existen nuevos paradigmas de desarrollo que son fuentes de inspiración para repensarla frente al escenario actual y los desafíos que implica resolver una complejidad de problemáticas abarcadas.
El escenario productivo nacional y regional tiene actualmente los siguientes rasgos: una estructura agraria crecientemente concentrada, deslocalización de la producción primaria y de las industrias procesadoras, y pérdida de competitividad en las economías regionales. Hay, en función de la demanda externa, una organización productiva que refuerza la especialización en escasos rubros exportables, en pocas agroindustrias como las del azúcar, tabaco, citrus, olivos, frutas finas y vid. A esto se suma un estancamiento o caída de la producción de cultivos industriales en general, además de la pérdida de importancia de la producción de hortalizas, aromáticas, legumbres y algodón.
Los grandes arrendatarios, fondos de inversión y pools de siembra aprovechan las economías de escala y acrecientan su participación en el mercado, mientras se registra una progresiva eliminación de unidades productivas. La mediana y pequeña producción -en especial la de carácter familiar, chacarera y campesina- va siendo desplazada con el consiguiente deterioro de la trama social del mundo rural. Asimismo, se observa una depredación de los ecosistemas, contaminación, migración rural-urbana y creciente conflictividad social.
Se suma la precariedad en cuanto a la propiedad de la tierra por parte de la mayoría de la agricultura familiar. Las «cosechas récord» marchan en línea con el éxodo rural, el aumento de la pobreza, la exclusión social y el reforzamiento de la dependencia.
A la par, emergen nuevos sujetos agrarios en los territorios y nuevas formas jurídicas; empresas transnacionales en la producción e industrialización; pauperización y desaparición de sujetos agrarios tradicionales e incremento de los arrendamientos y procesos de urbanización por inversiones inmobiliarias, que inciden en la disminución del área hortícola.
Desde hace algunos años los precios de los alimentos se incrementaron, provocando dificultades de acceso a una significativa parte de la población. El escenario suma problemas de seguridad y soberanía alimentaria. Durante las últimas décadas en Argentina y gran parte de América Latina, el debate contemporáneo sobre el desarrollo rural y la extensión rural ha alcanzado una dimensión central y una renovada vigencia, producto de múltiples factores teóricos y empíricos.
Una gran cantidad de instituciones de desarrollo -preocupadas por los escenarios productivos, sus problemáticas y potencialidades- viene revisando sus estrategias y prácticas vinculadas a la extensión rural. Entre ellas se cuentan instituciones científicas y tecnológicas, junto a las universidades que forman los futuros profesionales y al mismo tiempo investigan y se involucran en procesos de extensión en los territorios en busca de un desarrollo rural sustentable y el «bien vivir de los pueblos».
En la actualidad, los ajustes presupuestarios llegaron a las instituciones de ciencia y técnica, las universidades y el INTA. Programas como Cambio Rural y Prohuerta se desmantelaron, se cerraron instituciones de trabajo con la Agricultura Familiar y pymes, como en INAFCI y la Subsecretaría de Pequeños y Medianos Productores. Todo ello instala un futuro incierto.
Todos estos aspectos serán abordados especialistas en las Jornadas que se abrirán este miércoles con debates, reflexiones e intercambios de saberes, prácticas y experiencias de Salta, la región, el país y el Mercosur. En los paneles habrá académicos, profesionales productores, dirigentes agrarios y expositores internacionales.