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El sacrificio de Carlota: vendió todo para brindar equinoterapia a sus pacientes

Las profesiones que se eligen por amor son las que más nos llenan. Eso fue lo que le pasó a Carlota Yanzon, una mujer que día a día pondera su pasión para crear un espacio de ayuda a otros mediante una poco usual técnica terapéutica, la equinoterapia. A pesar de que muchos la juzgan por su aplicación, ella sigue siendo una de las referentes a nivel nacional. 

Con mucho esfuerzo y sacrificio, creó la fundación dedicada a la inclusión y desarrollo de personas con discapacidad, ha dado un gran paso: adquirir su propio espacio. Luego de vender prácticamente todo lo que tenían, Carlota y su marido compraron una finca de dos hectáreas en San Juan. Este nuevo lugar se está convirtiendo en el hogar de la Fundación, un proyecto que ha crecido con el esfuerzo colectivo. 

Carlota es una psicóloga sanjuanina con más de 30 años de experiencia, es la fundadora y presidenta de una Fundación Caricias y Relinchos que está cambiando la forma en que las personas en San Juan, con y sin discapacidad, abordan la terapia. Ubicada en la calle Necochea, antes de Rodríguez, Chimbas, este centro se ha destacado por su enfoque en la equinoterapia o psicoterapia ecuestre, una modalidad que combina la interacción con caballos y la naturaleza para lograr avances terapéuticos significativos.

«Soy la única psicóloga especializada en equinoterapia en San Juan», comentó Carlota, quien además está diplomada en psicoterapia ecuestre. «Hace 18 años que conocí la equinoterapia y esto me llevó a descubrir una nueva forma de abordaje, viendo resultados a corto plazo tanto en personas con como sin discapacidad», agregó

Carlota explicó que en un consultorio tradicional, tanto niños como adultos suelen sentirse contenidos por el ambiente y bajo una mirada evaluadora, lo que a menudo les impide abrirse completamente. «En equinoterapia, en cambio, el consultorio está al aire libre, en contacto con la naturaleza. Esto permite a las personas relajarse y abrirse más rápidamente«, dijo.

Carlota Yanzon
La equinoterapia, para Yanzon, demostró ser especialmente eficaz en niños, donde los resultados suelen verse de forma inmediata. «El niño desestructurado comienza a manifestar sus miedos, su impulsividad, su hiperactividad y aprende sobre los límites», aseguró Carlota. «Están motivados por el entorno natural y los caballos, y esto les ayuda a mostrarse tal como son».

A pesar del éxito de esta terapia, Carlota mencionó que algunos profesionales aún dudan de su efectividad. «Muchos opinan desde la ignorancia, porque no conocen esta terapia. Siguen pensando dentro de las cuatro paredes, cuando el aire libre y la naturaleza son un factor clave en la mejora de los pacientes», sostuvo.

Durante la pandemia, Carlota y su fundación fueron pioneros en continuar con la equinoterapia. «Fuimos el único centro de quimioterapia del país que solo paró en el mes de abril de 2020, luego de recibir la aprobación del Ministerio de Salud de la Provincia para un protocolo específico», recordó. Durante esa etapa llegó a tener 70 pacientes por semana, según dijo eran más de 15 por día.

La psicóloga también es miembro de la Red Argentina de Psicoterapia Ecuestre y ha dado charlas en todo el país sobre esta terapia, especialmente durante la pandemia, cuando muchos centros no podían operar. Además de su trabajo en San Juan, Carlota ha asesorado a nuevos centros en otras localidades, como en Sarmiento. «Las chicas de Sarmiento están armando su centro, y las he estado asesorando un poco. Todavía no es una fundación, pero están en camino», comentó. 

Es claro que la equinoterapia, es un enfoque innovador que combina la psicología con la interacción con caballos, y ha comenzado a ganar reconocimiento en todo el mundo, pero en Argentina, todavía enfrenta obstáculos. «Me enamoré de la equinoterapia cuando trabajé como voluntaria en San Luis durante tres años», contó Carlota. «Allí vi cómo unir los caballos con la psicología podía cambiar vidas, especialmente para personas con trastornos motores, cognitivos y conductuales». Su pasión por esta terapia va más allá de su formación profesional; también proviene de su familia, ya que su padre era parte del mundo del polo.

Carlota destacó cómo la equinoterapia puede transformar la dinámica familiar. «Cuando veo a un niño con discapacidad convertirse en el protagonista de su familia al competir en un caballo, eso cambia todo. Todos celebran su participación y se da un giro en la percepción de lo que significa tener un hijo con discapacidad», explicó. Esta observación le hizo darse cuenta de que la equinoterapia no solo beneficia al individuo, sino que también impacta positivamente en los vínculos familiares.

Al regresar a San Juan en 2010, Carlota se dedicó a investigar cómo establecer una fundación similar a la de San Luis, que podía proporcionar fondos para becar a niños en necesidad. «La terapia puede ser costosa. A diferencia de una consulta convencional, donde cierro la puerta de mi consultorio y vuelvo la semana siguiente, los caballos requieren cuidado constante. Comen todos los días del año y hay que atender a varios aspectos logísticos y de cuidado», mencionó.

Carlota también resaltó la importancia de la regulación de la equinoterapia en el país. «A través de la Red Argentina, hemos estado trabajando para lograr que la Superintendencia reconozca la terapia. En San Juan, tenemos una ley que reconoce la equinoterapia, pero nunca fue reglamentada. Esto es un obstáculo importante, ya que hay más de 10 provincias que ya han aprobado leyes similares», explicó.

A pesar de los desafíos, Carlota sigue con su labor, con la esperanza de que el reconocimiento oficial de la equinoterapia permita que más personas accedan a estos beneficios. «La equinoterapia no es solo una terapia; es una experiencia terapéutica, educativa y recreativa que puede cambiar vidas», aludió.  «Al principio, la gente no entendía lo que era la equinoterapia. Muchos pensaban que era simplemente un paseo a caballo», dijo Carlota. «Comencé a trabajar los sábados y domingos para demostrar que esto era una terapia. Al principio, me vi en la necesidad de explicar y educar constantemente. Era como empezar desde -20», recordó.

Durante años, Carlota luchó por establecer su fundación, enfrentándose a obstáculos burocráticos y a la falta de comprensión. «Presenté los papeles para obtener la personería jurídica, un proceso que me llevó tres años. Siempre faltaba algo y había que esperar días para que firmaran en las oficinas», narró. Finalmente, el 4 de septiembre de 2015, recibió la personería jurídica, lo que le permitió comenzar a ayudar a los niños que no podían costear la terapia. Con una determinación inquebrantable, Carlota recorrió varias localidades, llevando sus caballos y monturas, y convenciendo a los padres y profesionales sobre los beneficios de la terapia. «Tuve pacientes que me siguieron desde el día uno. Niños con problemas cognitivos y motores que encontraron en la equinoterapia una alternativa efectiva», aseguró.

Sin embargo, el sueño de tener un espacio propio para llevar a cabo las terapias no se desvanecía. «Soñaba con un lugar donde los niños pudieran realizar sus sesiones sin interrupciones, independientemente del clima. Quería un espacio donde pudiera tener mis caballos y ofrecer terapias de pie a tierra, porque muchos creen que siempre se debe montar», enfatizó. Fue allí como un día, un amigo le presentó la oportunidad de conseguir un lugar adecuado. «Vendí todo lo que tenía, mi casa y mis pertenencias, y así logré establecer un espacio para la fundación. Aún sigo pagando por ello», confesó

Carlota ha conseguido obtener el certificado de exención de ganancias del AFIP, lo que le permite contar con un respaldo legal para su fundación. Sin embargo, el apoyo financiero ha sido escaso. «A pesar de tener todo en regla, no consigo aportantes que me ayuden a mantener los caballos. Solo una persona me ha apoyado con un niño en diez años. El resto lo financio yo misma», señaló. En la actualidad  tiene más de 30 niños, tanto con como sin discapacidad.

«Cada día me esfuerzo por brindarles la mejor atención y demostrar que la equinoterapia es una terapia válida y efectiva», dijo.

Hace poco tiempo hubo un importante evento. Por ello ella llevó a sus alumnos a competir en las Olimpiadas Regionales en San Luis, donde los logros de sus estudiantes fueron destacados. «Llevé a los chicos a competir y trajeron una medalla de oro, 12 platas y un bronce. Fue hermoso ver a una niña con síndrome de Down, un retraso madurativo, un niño con Asperger, otro con autismo, todos brillando», comentó con orgullo. A pesar de los éxitos en la pista, la fundación de Carlota enfrenta una dura realidad: la falta de subsidios y apoyo gubernamental.

«Nunca recibí subsidios del gobierno. A mí no me ayuda nadie. De hecho, el lugar que compré tiene una hectárea que ha sido utilizada como basural, llena de escombros y árboles con espinas. Entre mi marido, mi hijo y yo, hemos estado limpiando para crear un espacio adecuado para los niños», relató Carlota. 

La fundadora buscó el apoyo de empresas locales para deshacerse de los escombros y mejorar el terreno. «Si alguna empresa puede ayudar, sería genial. Les puedo hacer una factura como donación para que puedan deducirla de impuestos», señaló.  Esto es solo una porción de los  problemas de Carlota, quien enfrentó una situación angustiante cuando dos de sus caballos desaparecieron. «Me di cuenta por el relincho de Apolo (uno de sus caballos). Cuando fui a buscar, ya habían desaparecido. Los encontramos tres fincas más allá, gracias a que salimos a buscarlos a tiempo. Todo fue un revuelo cuando notamos que faltaban», compartió. 

 Carlota es un ejemplo, de una sanjuanina que lucha y media con su profesión para ayudar a todos. Lo sabe, es un camino difícil pero esta acompañada y la determinación no la dejará caer para alcanzar sus metas.