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Un documental sobre las corridas de toros donde se retrata la muerte con lujo de detalle

El polémico director de cine Albert Serra defendió en las últimas horas su documental Tardes de soledad, estrenado en el marco del Festoval de Cine de San Sebastián, donde plantea un seguimiento del torero peruano Andrés Roca Rey en el minuto a minuto de una corrida, una película “suficientemente honesta” y un retrato “complejo y rico como para que cualquier persona se pueda acercar a ella”.

“Esta era la intención, de hecho”, declaró el realizador catalán en la rueda de prensa posterior a la proyección de su película en el Zinemaldia, donde compite por primera vez en la Sección Oficial del Festival y donde tuvo que enfrentar los reclamos de los colectivos de proteccionistas que desde hace años reclaman por la desaparición de este tipo de prácticas.

De este modo, precedido por la polémica, algo que no es ajeno al cine de este autor, el documental fue aplaudido en el pase con público, si bien los espectadores no ocultaban su despiste ante la primera lectura rápida de si Serra estaba a favor o en contra del festejo. “Mi película -dijo- no está al servicio de ninguna causa, sino al servicio del cine”.

“Si estuviera pensando en lo que dice la gente, no haría nada. Es una película y no tiene ninguna otra consideración, nunca la tuve en ninguna otra película mía, no voy a empezar ahora”, planteó el director de La muerte de Luis XIV (2016).

De hecho, los animalistas de Pacma, que ya pidieron a la organización del festival que retirara el documental de Serra por considerar que “romantiza la tauromaquia”, convocaron a una manifestación ciudadana en contra de la exhibición de la película.

“Pues ni me parece bien ni mal”, señaló Serra al respecto, aunque dijo que ve “un poco ridículo enfocarse a las obras de arte sólo porque tocan un tema: los cuadros están llenos de temas sobre la guerra, por qué no los prohíben, o la gente mala que está retratada en los museos, por qué no los quitan”, ironizó.

“No tiene sentido, la obra de arte está precisamente ahí para ser testigo de ella misma, no de otra cosa. No le veo la relevancia, es un objeto aparte”, insistió.

Para el creador de Pacifiction con la que fue reconocido en el Festival de Cannes, sólo hay romanticismo, “quizás, en el compromiso de Roca Rey, y en su valor, y ahí sí puede haber una cierta fascinación”, concedió.

Acompañado por los productores de la película, Serra explicó que rodó el documental por compromiso con un amigo, pero que no modificó su modo de trabajar, y lo hizo como si fuera una ficción. Así, explicó que los cámaras “iban captando las mejores imágenes, las más bonitas”, pero no es hasta el proceso de montaje donde se producen “las consideraciones estéticas”.

De hecho, explicó que ese proceso se inicia “de una manera extraña, pero que lo determina todo”: escoge las imágenes que le gustan, “muy rápida y muy arbitrariamente”, sin saber “ni por qué”.

“Nunca miro el visor para ver qué se hace, parecía interesante pero no lo sabía”, confesó. Y sumó: “Nos limitamos a ir aprendiendo y descubriendo cosas”.

En el mismo sentido, admitió el realizador que “le gustaba” la estética del “proceso lento de la muerte” de los animales. Quizás los planos más duros de la película sean precisamente los que muestran la agonía de los seis toros que no terminan de morir, aún con el estoque metido hasta el puño entre las costillas, ni después de ser apuntillados entre las vértebras, en algunos de los pasajes más truculentos del documental.

“Se ve cómo la vida los abandona, en un momento único porque el animal no tiene conciencia de que va a morir, no sabe lo que es la muerte, y ese proceso lento de cómo la vida lo abandona lentamente me parecía poético, es un proceso raro de ver de esa manera”, planteó.

Tres años de rodaje Tras el rodaje extenso había mucho material, pero al final, afirma Serra, “siempre es una elección estética, poética; crees que en ese momento esto queda bien y quizás da un contrapunto más serio, más trascendente e incluso más violento, puede ser también, pero es necesario, y forma parte de lo que es el fluir hipnótico de la película y también, por qué no, que es el tema de la película: la vida y la muerte”.

Además de la generosidad del magnético torero Roca Rey, al que Serra reconoció no conocer del todo a pesar de tres años de rodaje de 14 de sus corridas y cinco de preparación, el director catalán se encontró con “un elenco de lujo”, la cuadrilla del peruano, que contribuye con sus diálogos sinceros incluso a generar momentos de humor.

El que quiera acercarse a Tardes de soledad debe saber, según Serra, “que es una película mía, y será una cosa personal y muy comprometida con el lenguaje y la estética del cine, no hará ninguna concesión a este nivel”.