OPINIÓN. Una encuesta buscó entender por qué los mercados cayeron después de la ley Bases: detecta que perciben a Milei demasiado rígido y dogmático como para corregir el rumbo y ven negativamente su estilo confrontativo. El problema de que Milei parezca el “verdadero” ministro y no Caputo.
Hoy 08:15
Por Diego Dillenberger para TN
¿Es Luis “Toto” Caputo el “verdadero” ministro de Economía? Es complicado: el de Javier Milei es el primer gobierno de la Argentina dirigido por un economista. Muchos de los presidentes de la democracia fueron abogados. Eso no significaba que a su vez fueran los “verdaderos” ministros de Justicia.
Pero el de Milei es un caso aparte: no llegó al poder siendo “casualmente” economista, sino -justamente- por ser economista. Y no es un economista cualquiera. Semanas atrás, durante un alto en Praga en su gira “medallera” por Europa para recibir un reconocimiento del Instituto Liberal de la República Checa, Milei aseguró en su discurso de agradecimiento que “con Demian Reidel estamos reescribiendo gran parte de la teoría económica”, en referencia a su jefe de asesores presidenciales, también economista, además de físico. Es más: acto seguido el Presidente arriesgó que “si nos sale bien, seguramente me van a dar el Nobel de Economía”.
No es con “Toto” que Milei “reescribe” la teoría económica esperando el premio Nobel. Por eso no es tan extraño que la semana pasada, en lugar de festejar que -finalmente- se aprobara la ley Bases, los mercados reaccionaron a la baja:
* el riesgo país volvió a superar el piso de los 1.500 puntos,
* los dólares financieros volvieron a subir, ampliando la fatídica brecha con el oficial por encima del 50 por ciento.
* El Banco Central, que está en el momento del año en el que debe sumar los dólares de las exportaciones del agro, sigue con las arcas vacías.
Los ministros de Economía en la historia reciente
Así se aleja la posibilidad de terminar pronto con el cepo cambiario, que vengan inversiones y se reabran los mercados voluntarios de deuda para el país: sería la única forma de que se suavice la brutal recesión que provoca el plan antiinflacionario basado en un dólar oficial atrasado y un superávit fiscal a base de más impuestos y freno de mano al gasto público.
Todos los gobiernos de la democracia cambiaron jugadores de Economía en el medio del partido cuando tenían el marcador en contra. La mayoría de las veces no mejoró el resultado. El único que pudo darlo vuelta fue Carlos Menem, cuando primero probó con varios fracasos hasta dar con Domingo Cavallo y su Plan Convertibilidad después de dos años de prueba y error.
Alfonsín había metido varios cambios y terminó en la hiperinflación. Fernando De la Rúa es recordado por sacar a la cancha a Ricardo López Murphy sin lograr respaldarlo, y le tuvo que aceptar la renuncia a los 15 días. Más cerca en el tiempo, Mauricio Macri arrancó con Alfonso Prat Gay para cambiarlo por Nicolás Dujovne y terminar su mandato sin suerte con Hernán Lacunza.
Alberto Fernández sacó a Martín Guzmán para poner a Sergio Massa, luego de un breve entretiempo de Silvina Batakis: todo terminó mal y al borde de una nueva hiperinflación.
Sin embargo todos tenían algo en común: les fue mal, pero por lo menos generaron ciertas expectativas de que, en una de esas, el próximo cambio la “pegaría”, como Menem con Cavallo.
El banco de suplentes
¿Tienen los mercados la percepción de que el banco de suplentes ahora está vacío, porque, al final, el “verdadero” ministro de Economía es el propio Milei? ¿Podría ser Federico Sturzenegger ese fusible? Acaba de desembarcar formalmente en el Gabinete como ministro de Desregulación. Pero es difícil de imaginar, ya que Sturzenegger está demasiado asociado a la política del propio Milei. ¿Será Reidel el fusible? Habría que imaginar a Milei aceptando que el “escriba” de su nueva teoría económica aplique una fórmula distinta.
Todas estas dudas llevan a una pregunta central: ¿tendrá Milei la flexibilidad y humildad suficientes para cambiar el rumbo económico si el actual no funciona? ¿Aceptaría tirar al papelero su “reescritura” de la teoría económica? Parafraseando a la expresidenta Cristina Kirchner: ¿podría aceptar que él mismo es el funcionario que no funciona?
El equipo económico le echó la culpa de la semana turbulenta en los mercados a que la malograda conferencia de prensa de Caputo y Santiago Bausili, el presidente del Banco Central, fue mala como forma de comunicación.
No sería la primera vez que un gobierno le echa la culpa a la comunicación por su falta de políticas económicas adecuadas. Bausili y Caputo habían anunciado un pase contable de las letras del Central al Tesoro como “genial” medida para “limpiar” de deudas al banco emisor. Pero los banqueros de la City entendieron que esos títulos en manos del Tesoro tendrán aún más riesgo de default que antes.
También interpretaron que la dupla económica no estaba en condiciones de anunciar cuándo terminará el cepo y qué hará para resolver el atraso cambiario y evitar una futura corrida al dólar.
Una conferencia de prensa para anunciar un “dibujo” contable fue un desatino tan grande como la cadena nacional del presidente Milei para anunciar, en abril, que el primer trimestre había arrojado superávit fiscal. En los mercados, se terminó hablando más de los dibujos contables que pintaron ese superávit que de la política económica del gobierno.
Qué dicen las encuestas
Ahora una encuesta a encuestadores y expertos en comunicación buscó entender la desconfianza de los mercados más allá de las explicaciones puramente técnicas económicas. La amplia mayoría en un panel de 33 encuestadores, consultores políticos y directivos empresarios de Asuntos Públicos cree que afirmaciones de Milei como la del Nobel, de Praga, “lo muestran soberbio y hace dudar a los inversores”.
Casi tres de cada cuatro expertos cree que el “estilo Milei”, agresivo con todo aquel que disiente, “agrava la desconfianza de los mercados”.
Carlos Pagni lo describió en una columna en este portal la semana pasada: su estilo es más bien adolescente o púber, porque busca seducir a ese segmento etario, que es el que más le rinde en las encuestas. Por eso sueña con habilitar a chicos de 13 años a que puedan votar. Milei está pensando en clave electoral, cuando falta más de un año para las próximas legislativas, y no registra que así genera dudas en los mercados, que pueden votar todos los días en contra.
Los últimos viajes del Presidente también dieron prueba de ese estilo Milei que piensa más en el voto adolescente que en los mercados: a España -principal cliente europeo de la Argentina- solo fue a recibir medallas y reforzar su feroz enfrentamiento con el primer ministro Pedro Sánchez.
Ya anunció que pega el faltazo a la Cumbre del Mercosur en Asunción para no verle la cara a “Lula” da Silva. Para destacar su destrato al presidente brasileño, mientras se reúnen los líderes del Mercosur volaría a Brasil a una cumbre de ultraderecha liderada por el expresidente Jair Bolsonaro.
Mientras no haya otra cosa, el Mercosur es la única zona de libre comercio en la que se mueve la Argentina y Brasil es su principal socio comercial.
Fuera del Mercosur es muy poco lo que la Argentina tiene para vender, excepto commodities. Además, con casi todos los otros vecinos, Milei se lleva mal o muy mal: Chile, Colombia y Bolivia tienen gobiernos de izquierda. Ni hablar de México, la segunda economía de América Latina. Con algunos de ellos ni se habla, con otros, solo intercambia improperios.
Como en el patio de la escuela
Los mercados toman nota de que también la política exterior de la Argentina de Milei sigue comportamientos de patio de escuela: con los que no comulgo, ni me hablo.
El panel de encuestadores y consultores políticos, convocado por la revista Imagen, es contundente: casi dos tercios cree que la crisis de los últimos días en los mercados se debe en mayor o menor medida a la imagen problemática de gobernabilidad que proyecta Milei.
La feroz interna en el PRO y la pelea de Milei con su fundador, Mauricio Macri, es otro dato para esa percepción de los mercados de las dificultades para lograr gobernabilidad y de que la economía del gobierno de Milei no cuenta con un ministerio con “fusible” de recambio.
Si el PRO se divide formalmente entre bullrichistas y macristas, la dificultosa hazaña -pero hazaña al fin- de la ley Bases difícilmente se pueda repetir antes de las elecciones de medio término: demasiado tiempo para mercados ansiosos.
¿Contará Milei con el apoyo del kirchnerismo en el Congreso para seguir desregulando la economía con medio PRO en contra? Difícil de imaginar.
Siempre Milei tendría a mano la posibilidad de admitir que se equivocó y que ya no sería merecedor del Nobel de Economía y que está dispuesto a buscar como fusible a alguno de los economistas que hoy le avisan que el tipo de cambio está atrasado o que falta un plan microeconómico para atraer inversiones y que el RIGI (Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones), con cepo cambiario y sin beneficiar a las Pymes, no alcanza.
Pero a juzgar por los insultos e improperios que Milei les va lanzando a “esos economistas fracasados” que “no la ven”, es difícil de suponer: ese Milei no sería el Milei que hoy conocemos.
¿Podría Milei cambiar lo suficiente como para aceptar que necesita un fusible en el Palacio de Hacienda para que la térmica no salte en la Casa Rosada?
La semana pasada los mercados no le encontraron respuesta a esa duda.